Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra
22 de Abril Cochabamba, Bolivia

ACUERDO DE LOS PUEBLOS

Hoy, nuestra Madre Tierra está herida y el futuro de la humanidad está en peligro.

De incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos conduciría el llamado “Entendimiento de Copenhague” existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer. Grandes extensiones de bosques serían afectadas, las sequías e inundaciones afectarían diferentes regiones del planeta, se extenderían los desiertos y se agravaría el derretimiento de los polos y los glaciares en los Andes y los Himalayas. Muchos Estados insulares desaparecerían y el África sufriría un incremento de la temperatura de más de 3º C. Así mismo, se reduciría la producción de alimentos en el mundo con efectos catastróficos para la supervivencia de los habitantes de vastas regiones del planeta, y se incrementaría de forma dramática el número de hambrientos en el mundo, que ya sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas.Las corporaciones y los gobiernos de los países denominados “más desarrollados”, en complicidad con un segmento de la comunidad científica, nos ponen a discutir el cambio climático como un problema reducido a la elevación de la temperatura sin cuestionar la causa que es el sistema capitalista.

Confrontamos la crisis terminal del modelo civilizatorio patriarcal basado en el sometimiento y destrucción de seres humanos y naturaleza que se aceleró con la revolución industrial.

El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la vida misma.

Bajo el capitalismo, la Madre Tierra se convierte en fuente sólo de materias primas y los seres humanos en medios de producción y consumidores, en personas que valen por lo que tienen y no por lo que son.

El capitalismo requiere una potente industria militar para su proceso de acumulación y el control de territorios y recursos naturales, reprimiendo la resistencia de los pueblos. Se trata de un sistema imperialista de colonización del planeta.

La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.

Requerimos forjar un nuevo sistema que restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos. Sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos.

Planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de “Vivir Bien”, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.

Para enfrentar el cambio climático debemos reconocer a la Madre Tierra como la fuente de la vida y forjar un nuevo sistema basado en los principios de:

  • armonía y equilibrio entre todos y con todo
  • complementariedad, solidaridad, y equidad
  • bienestar colectivo y satisfacción de las necesidades fundamentales de todos en armonía con la Madre Tierra
  • respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los Derechos Humanos
  • reconocimiento del ser humano por lo que es y no por lo que tiene
  • eliminación de toda forma de colonialismo, imperialismo e intervencionismo
  • paz entre los pueblos y con la Madre Tierra.

El modelo que propugnamos no es de desarrollo destructivo ni ilimitado. Los países necesitan producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades fundamentales de su población, pero de ninguna manera pueden continuar por este camino de desarrollo en el cual los países más ricos tienen una huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta es capaz de soportar. En la actualidad ya se ha excedido en más de un 30% la capacidad del planeta para regenerarse. A este ritmo de sobreexplotación de nuestra Madre Tierra se necesitarían 2 planetas para el 2030.

En un sistema interdependiente del cual los seres humanos somos uno de sus componentes no es posible reconocer derechos solamente a la parte humana sin provocar un desequilibrio en todo el sistema. Para garantizar los derechos humanos y restablecer la armonía con la naturaleza es necesario reconocer y aplicar efectivamente los derechos de la Madre Tierra.

Para ello proponemos el proyecto adjunto de Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra en el cual se consignan:

  • Derecho a la vida y a existir;
  • Derecho a ser respetada;
  • Derecho a la regeneración de su biocapacidad y continuación de sus ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas;
  • Derecho a mantener su identidad e integridad como seres diferenciados, auto-regulados e interrelacionados;
  • Derecho al agua como fuente de vida;
  • Derecho al aire limpio;
  • Derecho a la salud integral;
  • Derecho a estar libre de la contaminación y polución, de desechos tóxicos y radioactivos;
  • Derecho a no ser alterada genéticamente y modificada en su estructura amenazando su integridad o funcionamiento vital y saludable.
  • Derecho a una restauración plena y pronta por las violaciones a los derechos reconocidos en esta Declaración causados por las actividades humanas.

La visión compartida es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero para hacer efectivo el Artículo 2 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que determina “la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas para el sistema climático”. Nuestra visión es, sobre la base del principio de las responsabilidades históricas comunes pero diferenciadas, exigir que los países desarrollados se comprometan con metas cuantificadas de reducción de emisiones que permitan retornar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a 300 ppm y así, limitar el incremento de la temperatura media global a un nivel máximo de 1°C.

Enfatizando la necesidad de acción urgente para lograr esta visión, y con el apoyo de los pueblos, movimientos y países, los países desarrollados deberán comprometerse con metas ambiciosas de reducción de emisiones que permitan alcanzar objetivos a corto plazo, manteniendo nuestra visión a favor del equilibrio del sistema climático de la Tierra, de acuerdo al objetivo último de la Convención.

La “visión compartida” para la “Acción Cooperativa a Largo Plazo” no debe reducirse en la negociación de cambio climático a definir el límite en el incremento de la temperatura y la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sino que debe comprender de manera integral y equilibrada un conjunto de medidas financieras, tecnológicas, de adaptación, de desarrollo de capacidades, de patrones de producción, consumo y otras esenciales como el reconocimiento de los derechos de la Madre Tierra para restablecer la armonía con la naturaleza.

Los países desarrollados, principales causantes del cambio climático, asumiendo su responsabilidad histórica y actual, deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus dimensiones, como base para una solución justa, efectiva y científica al cambio climático. En este marco exigimos a los países desarrollados que:

  • Restablezcan a los países en desarrollo el espacio atmosférico que está ocupado por sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esto implica la descolonización de la atmósfera mediante la reducción y absorción de sus emisiones.
  • Asuman los costos y las necesidades de transferencia de tecnología de los países en desarrollo por la pérdida de oportunidades de desarrollo por vivir en un espacio atmosférico restringido.
  • Se hagan responsables por los cientos de millones que tendrán que migrar por el cambio climático que han provocado y que eliminen sus políticas restrictivas de migración y ofrezcan a los migrantes una vida digna y con todos los derechos en sus países.
  • Asuman la deuda de adaptación relacionadas a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo proveyendo los medios para prevenir, minimizar y atender los daños que surgen de sus excesivas emisiones.
  • Honren estas deudas como parte de una deuda mayor con la Madre Tierra adoptando y aplicando la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra en las Naciones Unidas.

El enfoque debe ser no solamente de compensación económica, sino principalmente de justicia restaurativa – es decir restituyendo la integridad a las personas y a los miembros que forman una comunidad de vida en la Tierra.

Deploramos el intento de un grupo de países de anular el Protocolo de Kioto el único instrumento legalmente vinculante específico para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados.

Advertimos al mundo que no obstante estar obligados legalmente las emisiones de los países desarrollados en lugar de reducir, crecieron en un 11,2% entre 1990 y 2007.

Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus emisiones de GEI en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de CO2 por habitante, lo que representa más de 9 veces las emisiones correspondientes a un habitante promedio del Tercer Mundo, y más de 20 veces las emisiones de un habitante de África Subsahariana.

Rechazamos de manera absoluta el ilegitimo “Entendimiento de Copenhague”, que permite a estos países desarrollados ofertar reducciones insuficientes de gases de efecto invernadero, basadas en compromisos voluntarios e individuales, que violan la integridad ambiental de la Madre Tierra conduciéndonos a un aumento de alrededor de 4ºC.

La próxima Conferencia sobre Cambio Climático a realizarse a fines de año en México debe aprobar la enmienda al Protocolo de Kioto, para el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013 a 2017 en el cual los países desarrollados deben comprometer reducciones domésticas significativas de al menos el 50% respecto al año base de 1990 sin incluir mercados de carbono u otros sistemas de desviación que enmascaran el incumplimiento de las reducciones reales de emisiones de gases de efecto invernadero.

Requerimos establecer primero una meta para el conjunto de los países desarrollados para luego realizar la asignación individual para cada país desarrollado en el marco de una comparación de esfuerzos entre cada uno de ellos, manteniendo así el sistema del Protocolo de Kioto para las reducciones de las emisiones.

Los Estados Unidos de América, en su carácter de único país de la Tierra del Anexo 1 que no ratificó el Protocolo de Kioto tiene una responsabilidad significativa ante todos los pueblos del mundo por cuanto debe ratificar el Protocolo de Kioto y comprometerse a respetar y dar cumplimiento a los objetivos de reducción de emisiones a escala de toda su economía.

Los pueblos tenemos los mismos derechos de protección ante los impactos del cambio climático y rechazamos la noción de adaptación al cambio climático entendida como la resignación a los impactos provocados por las emisiones históricas de los países desarrollados, quienes deben adaptar sus estilos de vida y de consumo ante esta emergencia planetaria. Nos vemos forzados a enfrentar los impactos del cambio climático, considerando la adaptación como un proceso y no como una imposición, y además como herramienta que sirva para contrarrestarlos, demostrando que es posible vivir en armonía bajo un modelo de vida distinto.

Es necesario construir un Fondo de Adaptación, como un fondo exclusivo para enfrentar el cambio climático como parte de un mecanismo financiero manejado y conducido de manera soberana, transparente y equitativa por nuestros Estados. Bajo este Fondo se debe valorar: los impactos y sus costos en países en desarrollo y las necesidades que estos impactos deriven, y registrar y monitorear el apoyo por parte de países desarrollados. Éste debe manejar además un mecanismo para el resarcimiento por daños por impactos ocurridos y futuros, por pérdida de oportunidades y la reposición por eventos climáticos extremos y graduales, y costos adicionales que podrían presentarse si nuestro planeta sobrepasa los umbrales ecológicos así como aquellos impactos que están frenando el derecho a Vivir Bien.

El “Entendimiento de Copenhague” impuesto sobre los países en desarrollo por algunos Estados, más allá de ofertar recursos insuficientes, pretende en si mismo dividir y enfrentar a los pueblos y pretende extorsionar a los países en desarrollo condicionando el acceso a recursos de adaptación a cambio de medidas de mitigación. Adicionalmente se establece como inaceptable que en los procesos de negociación internacional se intente categorizar a los países en desarrollo por su vulnerabilidad al cambio climático, generando disputas, desigualdades y segregaciones entre ellos.

El inmenso desafío que enfrentamos como humanidad para detener el calentamiento global y enfriar el planeta sólo se logrará llevando adelante una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo sustentable de producción agrícola campesino e indígena/originario, y otros modelos y prácticas ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el problema del cambio climático y aseguren la Soberanía Alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción en armonía con la Madre Tierra, local y culturalmente apropiada, el acceso de los pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos en complementación con la Madre Tierra y profundizando la producción autónoma (participativa, comunitaria y compartida) de cada nación y pueblo.

El Cambio Climático ya está produciendo profundos impactos sobre la agricultura y los modos de vida de los pueblos indígenas/originarios y campesinos del mundo y estos impactos se irán agravando en el futuro.

El agro negocio a través de su modelo social, económico y cultural de producción capitalista globalizada y su lógica de producción de alimentos para el mercado y no para cumplir con el derecho a la alimentación, es una de las causas principales del cambio climático. Sus herramientas tecnológicas, comerciales y políticas no hacen más que profundizar la crisis climática e incrementar el hambre en el planeta. Por esta razón rechazamos los Tratados de Libre Comercio y Acuerdos de Asociación y toda forma de aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, los paquetes tecnológicos actuales (agroquímicos, transgénicos) y aquellos que se ofrecen como falsas soluciones (agrocombustibles, geoingeniería, nanotecnología, tecnología Terminator y similares) que únicamente agudizarán la crisis actual.

Al mismo tiempo denunciamos como este modelo capitalista impone megaproyectos de infraestructura, invade territorios con proyectos extractivistas, privatiza y mercantiliza el agua y militariza los territorios expulsando a los pueblos indígenas y campesinos de sus territorios, impidiendo la Soberanía Alimentaria y profundizando la crisis socioambiental.

Exigimos reconocer el derecho de todos los pueblos, los seres vivos y la Madre Tierra a acceder y gozar del agua y apoyamos la propuesta del Gobierno de Bolivia para reconocer al agua como un Derecho Humano Fundamental.

La definición de bosque utilizada en las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la cual incluye plantaciones, es inaceptable. Los monocultivos no son bosques. Por lo tanto, exigimos una definición para fines de negociación que reconozca los bosques nativos y la selva y la diversidad de los ecosistemas de la tierra.

La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas debe ser plenamente reconocida, implementada e integrada en las negociaciones de cambio climático. La mejor estrategia y acción para evitar la deforestación y degradación y proteger los bosques nativos y la selva es reconocer y garantizar los derechos colectivos de las tierras y territorios considerando especialmente que la mayoría de los bosques y selvas están en los territorios de pueblos y naciones indígenas, comunidades campesinas y tradicionales.

Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y sus versiones + y ++, que está violando la soberanía de los Pueblos y su derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como a la soberanía de Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza.

Los países contaminadores están obligados a transferir de manera directa los recursos económicos y tecnológicos para pagar la restauración y mantenimiento de los bosques y selvas, en favor de los pueblos y estructuras orgánicas ancestrales indígenas, originarias, campesinas. Esto deberá ser una compensación directa y adicional a las fuentes de financiamiento comprometidas por los países desarrollados, fuera del mercado de carbono y nunca sirviendo como lascompensaciones de carbono (offsets). Demandamos a los países a detener las iniciativas locales en bosques y selvas basados en mecanismos de mercado y que proponen resultados inexistentes y condicionados. Exigimos a los gobiernos un programa mundial de restauración de bosques nativos y selvas, dirigido y administrado por los pueblos, implementando semillas forestales, frutales y de flora autóctona. Los gobiernos deben eliminar las concesiones forestales y apoyar la conservación del petróleo bajo la tierra y que se detenga urgentemente la explotación de hidrocarburos en las selvas.

Exigimos a los Estados que reconozcan, respeten y garanticen la efectiva aplicación de los estándares internacionales de derechos humanos y los derechos de los Pueblos Indígenas, en particular la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT, entre otros instrumentos pertinentes, en el marco de las negociaciones, políticas y medidas para resolver los desafíos planteados por el cambio climático. En especial, demandamos a los Estados a que reconozcan jurídicamente la preexistencia del derecho sobre nuestros territorios, tierras y recursos naturales para posibilitar y fortalecer nuestras formas tradicionales de vida y contribuir efectivamente a la solución del cambio climático.

Demandamos la plena y efectiva aplicación del derecho a la consulta, la participación y el consentimiento previo, libre e informado de los Pueblos Indígenas en todos los procesos de negociación así como en el diseño e implementación de las medidas relativas al cambio climático.

En la actualidad la degradación medioambiental y el cambio climático alcanzarán niveles críticos, siendo una de las principales consecuencias la migración interna así como internacional. Según algunas proyecciones en 1995 existían alrededor de 25 millones de migrantes climáticos, al presente se estima en 50 millones y las proyecciones para el año 2050 son de 200 a 1000 millones de personas que serán desplazadas por situaciones derivadas del cambio climático.Los países desarrollados deben asumir la responsabilidad sobre los migrantes climáticos, acogiéndolos en sus territorios y reconociendo sus derechos fundamentales, a través de la firma de convenios internacionales que contemplen la definición de migrante climático para que todos los Estados acaten sus determinaciones.

Constituir un Tribunal Internacional de Conciencia para denunciar, hacer visible, documentar, juzgar y sancionar las violaciones de los derechos de los(s) migrantes, refugiados(as) y desplazados en los países de origen, tránsito y destino, identificando claramente las responsabilidades de los Estados, compañías y otros actores.

El financiamiento actual destinado a los países en desarrollo para cambio climático y la propuesta del Entendimiento de Copenhague son ínfimos. Los países desarrollados deben comprometer un financiamiento anual nuevo, adicional a la Ayuda Oficial al Desarrollo y de fuente pública, de al menos 6% de su PIB para enfrentar el cambio climático en los países en desarrollo. Esto es viable tomando en cuenta que gastan un monto similar en defensa nacional y destinaron 5 veces más para rescatar bancos y especuladores en quiebra, lo que cuestiona seriamente sus prioridades mundiales y su voluntad política. Este financiamiento debe ser directo, sin condicionamiento y no vulnerar la soberanía nacional ni la autodeterminación de las comunidades y grupos más afectados.

En vista de la ineficiencia del mecanismo actual, en la Conferencia de México se debe establecer un nuevo mecanismo de financiamiento que funcione bajo la autoridad de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio Climático rindiendo cuentas a la misma, con una representación significativa de los países en desarrollo para garantizar el cumplimiento de los compromisos de financiamiento de los países Anexo 1.

Se ha constatado que los países desarrollados incrementaron sus emisiones en el periodo 1990 – 2007, no obstante haber manifestado que la reducción se vería sustancialmente coadyuvada con mecanismos de mercado.

El mercado de carbono se ha transformado en un negocio lucrativo, mercantilizando nuestra Madre Tierra, esto no representa una alternativa para afrontar el cambio climático, puesto que saquea, devasta la tierra, el agua e incluso la vida misma.

La reciente crisis financiera ha demostrado que el mercado es incapaz de regular el sistema financiero, que es frágil e inseguro ante la especulación y la aparición de agentes intermediarios, por lo tanto, sería una total irresponsabilidad dejar en sus manos el cuidado y protección de la propia existencia humana y de nuestra Madre Tierra.

Consideramos inadmisible que las negociaciones en curso pretendan la creación de nuevos mecanismos que amplíen y promuevan el mercado de carbono toda vez que los mecanismos existentes nunca resolvieron el problema del Cambio Climático ni se transformaron en acciones reales y directas en la reducción de gases de efecto invernadero.

Es imprescindible exigir el cumplimento de los compromisos asumidos por los países desarrollados en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático respecto al desarrollo y transferencia de tecnología, así como rechazar la “vitrina tecnológica” propuesta por países desarrollados que solamente comercializan la tecnología. Es fundamental establecer los lineamientos para crear un mecanismo multilateral y multidisciplinario para el control participativo, la gestión y la evaluación continua del intercambio de tecnologías. Estas tecnologías deben ser útiles, limpias, y socialmente adecuadas. De igual manera es fundamental el establecimiento de un fondo de financiamiento e inventario de tecnologías apropiadas y liberadas de derechos de propiedad intelectual, en particular, de patentes que deben pasar de monopolios privados a ser de dominio público, de libre accesibilidad y bajo costo.

El conocimiento es universal, y por ningún motivo puede ser objeto de propiedad privada y de utilización privativa, como tampoco sus aplicaciones en forma de tecnologías. Es deber de los países desarrollados compartir su tecnología con países en desarrollo, crear centros de investigación para la creación de tecnologías e innovaciones propias, así como defender e impulsar su desarrollo y aplicación para el vivir bien. El mundo debe recuperar, aprender, reaprender los principios y enfoques del legado ancestral de sus pueblos originarios para detener la destrucción del planeta, así como los conocimientos y prácticas ancestrales y recuperación de la espiritualidad en la reinserción del vivir bien juntamente con la Madre Tierra.

Considerando la falta de voluntad política de los países desarrollados para cumplir de manera efectiva sus compromisos y obligaciones asumidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto, y frente a la inexistencia de una instancia legal internacional que prevenga y sancione todos aquellos delitos y crímenes climáticos y ambientales que atenten contra los derechos de la Madre Tierra y la humanidad, demandamos la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y personas que por acción u omisión contaminen y provoquen el cambio climático.

Respaldar a los Estados que presenten demandas en la Corte Internacional de Justicia contra los países desarrollados que no cumplen con sus compromisos bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto incluyendo sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero.

Instamos a los pueblos a proponer y promover una profunda reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que todos sus Estados miembros cumplan las decisiones del Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental.

El futuro de la humanidad está en peligro y no podemos aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente en la Conferencia de las Partes de Copenhague. Esta decisión nos compete a todos los pueblos. Por eso es necesaria la realización de un Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular, sobre el cambio Climático en el cuál todos seamos consultados sobre: el nivel de reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y las empresas transnacionales; el financiamiento que deben proveer los países desarrollados; la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática; la necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra y; la necesidad de cambiar el actual sistema capitalista.

El proceso del Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular será fruto de un proceso de preparación que asegure el desarrollo exitoso del mismo.

Con el fin de coordinar nuestro accionar internacional e implementar los resultados del presente “Acuerdo de los Pueblos” llamamos a construir un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra que se basará en los principios de complementariedad y respeto a la diversidad de origen y visiones de sus integrantes, constituyéndose en un espacio amplio y democrático de coordinación y articulación de acciones a nivel mundial.

Con tal propósito, adoptamos el plan de acción mundial adjunto para que en México los países desarrollados del Anexo 1 respeten el marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50 % y se asuman las diferentes propuestas contenidas en este Acuerdo.

Finalmente, acordamos realizar la 2ª Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en el 2011 como parte de este proceso de construcción del Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra y para reaccionar frente a los resultados de la Conferencia de Cambio Climático que se realizará a fines de año en Cancún, México.

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Conférence Mondiale des Peuples

sur le Changement Climatique et les Droits de la Terre Mère

22 avril, Cochabamba, Bolivie 

ACCORD DES PEUPLES

Au jour d’aujourd’hui, notre Terre Mère est blessée et le futur de l’humanité est en danger.

Avec une augmentation du réchauffement global de plus de 2°C, conséquence des soi- disant « Accord de Copenhague », il existe 50 % de chances pour que les dommages infligés à notre Terre Mère soient totalement irréversibles. Entre 20 et 30 % des espèces seraient en voie d’extinction. De grandes étendues de forêts seraient affectées, les sécheresses et les inondations affecteraient différentes régions de la planète, il y aurait une augmentation des déserts et la fonte des calottes glaciaires aux pôles, des glaciers des Andes et de l’Himalaya s’accentueront. Beaucoup d’Etats insulaires disparaîtraient et l’Afrique subirait une augmentation de température de plus de 3°C. De la même manière, la production d’aliments dans le monde diminuerait avec des effets catastrophiques pour la survie des habitants des grandes régions de la planète, et le nombre de personnes affamées augmenterait de manière dramatique, bien qu’il dépasse déjà le nombre de 1.020 millions de personnes. 

Les corporations et les gouvernements des pays dits « les plus développés », avec la complicité d’une branche de la communauté scientifique, nous oblige à débattre du changement climatique comme un problème qui ne se limiterait qu’à une augmentation de la température sans remettre en question l’origine du problème qu’est le système capitaliste.

Nous y opposons la crise finale d’un modèle de civilisation patriarcal basée sur la soumission et la destruction d’êtres humains et de la nature, destruction qui s’est accélérée avec la révolution industrielle.

Le système capitaliste nous a imposé une logique de concurrence, de progrès et de croissance illimitée. Ce régime de production et de consommation est la recherche du bénéfice sans limites, tout en séparant l’être humain de l’environnement, établissant une logique de domination sur la nature, convertissant tout en marchandise: l’eau, la terre, le génome humain, les cultures ancestrales, la biodiversité, la justice, l’éthique, les droits des peuples, la mort et la vie elle même.

Sous le capitalisme, la Terre Mère ne constitue qu’une source de matières premières et en ce qui concerne les êtres humains, en moyens de production et en consommateurs, en personnes qui importent pour ce qu’elles ont et non pour ce qu’elles sont.

Le capitalisme requiert une industrie militaire puissante pour étayer son processus d’accumulation ainsi que le contrôle de territoires et de ressources naturelles, tout en réprimant la résistance des peuples. Il s’agit d’un système impérialiste de colonisation de la planète.

L’humanité fait face à une grande alternative: continuer dans le chemin du capitalisme, du pillage et de la mort, ou entreprendre le chemin de l’harmonie avec la nature et le respect de la vie.

Nous avons besoin de l’établissement d’un nouveau système qui rétablisse l’harmonie avec la nature et entre les êtres humains. Il ne peut y avoir d’équilibre avec la nature que s’il existe de l’équité entre les êtres humains.

Nous invitons les peuples du monde à la récupération, la revalorisation et au renforcement des connaissances, des pratiques et savoirs-faire ancestraux des Peuples Autochtones, confirmés dans l’expérience et la proposition du «Vivre bien», en reconnaissant la Terre Mère comme un être vivant, avec lequel nous avons une relation indivisible, interdépendante, complémentaire et spirituelle.

Pour faire face au changement climatique, nous devons reconnaître la Terre Mère comme la source de vie et former un nouveau système basé sur les principes suivants:

l  Harmonie et équilibre entre tous et avec tout

l  Complémentarité, solidarité et équité

l  Bien-être collectif et satisfaction de besoins fondamentaux de tous en harmonie avec la Terre Mère

l  Le respect des Droits de la Terre Mère et des Droits Humains

l  La reconnaissance de l’être humain pour ce qu’il est et pas pour ce qu’il possède

l  L’élimination de toute forme de colonialisme, d’impérialisme et d’ingérence

l  La paix entre les peuples et la Terre Mère

Le modèle que nous avons proposé ne consiste pas en un développement destructif ni illimité. Les pays ont besoin de produire des biens et des services pour satisfaire les besoins de base de leur population, mais ils ne peuvent en aucune manière continuer sur ce chemin de développement dans lequel les pays les plus riches ont un poids écologique 5 fois plus grand que ce que la planète est capable de supporter. Actuellement, on a dépassé de 30 % la capacité de la planète à se régénérer. A ce rythme de surexploitation de notre Terre Mère, on aura besoin de deux planètes en 2030.

Dans un système interdépendant où les êtres humains ne sont qu’une des composantes, il n’est pas possible de reconnaître des droits à la seule entité humaine sans provoquer un déséquilibre dans tout le système. Pour assurer les droits humains et rétablir l’harmonie avec la nature, il est nécessaire de reconnaître et d’appliquer effectivement les droits de la Terre Mère.

C’est pour cela que nous soumettons le projet conjoint de Déclaration Universelle des Droits de la Terre Mère dans lequel repose:

l  Le droit à la vie et à l’existence

l  Le droit au respect

l  Le droit au déroulement de ses cycles et de ses processus vitaux libres sans qu’ils soient troublés par l’intervention humaine.

l  Le droit de conserver son identité et son intégrité en tant qu’êtres différenciés, autorégulés et interdépendants

l  Le droit à l’eau comme source de vie

l  Le droit à la pureté de l’air

l  Le droit à la pleine santé

l  Le droit d’être libre de contamination et de pollution, de déchets toxiques et radioactifs;

l  Le droit de ne pas être modifiée génétiquement et dans son organisation, ce qui compromettrait son intégrité, son fonctionnement vital et son équilibre.  

l  Le droit à un dédommagement complet et rapide pour les violations aux droits reconnus dans cette déclaration en conséquence de l’activité humaine.

La vision commune étant de stabiliser les concentrations de gaz à effet de serre pour rendre effectif l’Article 2 de la Convention Cadre de Nations Unies sur le Changement Climatique qui détermine « la stabilisation des concentrations de gaz à effet de serre dans l’atmosphère à un niveau qui empêche les interférences anthropogéniques dangereuses  pour le système climatique ». Notre vision consiste, sur le principe des responsabilités historiques communes mais distinctes, à exiger que les pays développés s’engagent par des objectifs quantifiés de réduction des émissions qui permettent de faire revenir le niveau de gaz à effet de serre dans l’atmosphère à 300 parties par million et ainsi, limiter l’augmentation de la température moyenne globale à un niveau maximum de 1°C.

Mettant l’accent sur la nécessité d’une action urgente pour atteindre cette vision, et avec le soutient des peuples, des organisations et des pays, les pays développés devront s’engager par des objectifs ambitieux de réduction des émissions qui permettent d’atteindre des objectifs à court terme, en soutenant notre vision en faveur de l’équilibre du système climatique de la Terre, en accord avec l’objectif final de la Convention.

La « vision commune » pour l’ « Action Conjointe à Long Terme » ne doit pas se limiter, dans la négociation du changement climatique, à définir une limite de l’augmentation de la température ainsi que la concentration des gaz à effet de serre dans l’atmosphère, mais elle doit inclure de manière globale et équilibrée un ensemble de moyens financiers, de technologies, d’adaptation, de développement d’aptitudes, de schémas de production, de consommation et autres facteurs essentiels tel que la reconnaissance des droits de notre Terre Mère pour rétablir l’harmonie avec la nature.

Les pays développés, principaux responsables du changement climatique, en assumant leur responsabilité historique et actuelle, doivent reconnaître et honorer leur dette climatique dans toutes ses dimensions, comme base pour une solution juste, effective et scientifique au changement climatique. Dans ce contexte, nous exigeons des pays développés qu’ils:

l  Rétablissent les pays en voie de développement dans leur espace atmosphérique qui reste occupé par leurs propres émissions de gaz à effet de serre. Ceci implique la décolonisation de l’atmosphère par le biais de la réduction et l’absorption des émissions des pays développés

l  Qu’ils assument les coûts et les besoins de transfert de technologie des pays en développement pour la perte des occasions de développement dû aux espaces atmosphériques restreints

l  Qu’ils se rendent responsables pour les centaines de millions qui devront émigrer en conséquence du changement climatique qu’ils ont provoqué et qu’ils suppriment leurs politiques restrictives d’émigration et qu’ils offrent aux immigrants une vie digne avec tous les droits de leurs pays

l  Qu’ils assument la dette d’adaptation en relation avec les conséquences du changement climatique dans les pays en développement en fournissant les moyens de prévenir, minimiser et pallier aux désastres découlant de leurs émissions excessives

l  Qu’ils honorent ces dettes comme faisant partie d’une dette plus importante avec la Terre Mère consistant à adopter et à appliquer la Déclaration Universelle des Droits de la Terre Mère aux Nations Unies

l  L’attention ne doit pas être seulement mise sur la compensation économique, mais principalement sur une justice de restauration – c’est à dire en restituant la totalité aux personnes et aux membres qui forment une organisation vivante sur la Terre

Nous déplorons la tentative d’un ensemble de pays pour annuler le Protocole de Kyoto, l’unique instrument juridiquement contraignant spécifique pour la réduction des émissions de gaz à effet de serre des pays développés.

Nous avertissons le monde qu’en dépit du fait que les pays développés aient été légalement obligés de réduire leurs émissions de gaz à effet de serre, ces dernières ont augmentées de 11,2 % entre 1990 et 2007.

A cause de leur consommation sans limites, les Etats-Unis ont augmenté de 16,8 % leurs émissions de gaz à effet de serre pendant la période allant de 1990 à 2007, en émettant une moyenne comprise entre 20 et 23 tonnes annuelles de CO2 par habitant, ce qui représente plus de 9 fois les émissions correspondantes à un habitant moyen du Tiers- Monde, et plus de 20 fois les émissions d’un habitant de l’Afrique Subsaharienne.

Nous rejetons de manière absolue l’illégitime « Accord de Copenhague », qui accorde à ces pays développés de proposer des réductions insuffisantes de gaz à effet de serre, basées sur des engagements volontaires et individuels, qui violent l’intégrité environnementale de la Terre Mère et qui nous conduisent à une augmentation d’environ 4° C.

La prochaine Conférence sur le Changement Climatique qui se tiendra à la fin de l’année au Mexique doit approuver l’amendement au Protocole de Kyoto, pour la seconde période d’engagements qui débutera de 2013 à 2017 et dans laquelle les pays développés doivent engager des réductions domestiques significatives d’au moins 50 % en rapport avec l’année référence qu’est 1990, sans inclure de marchés de carbone ni d’autres systèmes de déviation qui cacheraient la non-exécution des réductions réelles d’émissions de gaz à effet de serre.

Nous exigeons d’établir premièrement un objectif pour l’ensemble des pays développés pour ensuite accomplir l’assignation individuelle pour chaque pays développé dans le cadre d’une comparaison des efforts pour chacun d’eux, en gardant ainsi le système du Protocole de Kyoto pour la réduction des émissions.

Les Etats- Unis d’Amérique, en sa qualité d’unique pays de la Terre de l’Annexe 1 qui n’a pas ratifié le Protocole de Kyoto, a une responsabilité significative devant tous les peuples du monde pour signer le Protocole de Kyoto et s’engager à respecter et donner suite aux objectifs de réduction des émissions à l’échelle de toute son économie.

Comme peuples, nous avons les mêmes droits de protection devant les résultats du changement climatique et nous rejetons la notion d’adaptation au changement  climatique entendue comme résignation aux résultats provoqués par les émissions historiques des pays développés, qui doivent adapter leurs styles et de vie et de consommation face à cette urgence planétaire. Nous nous voyons obligés d’affronter les effets du changement climatique, en considérant l’adaptation comme un processus et non comme une contrainte, ainsi qu’un outil qui servira à les neutraliser, faisant la démonstration qu’il est possible de vivre en harmonie avec un mode de vie différent.

Il est nécessaire d’initier un Fonds d’Adaptation, comme un fonds exclusif pour faire face au changement climatique faisant partie d’un mécanisme financier contrôlé et dirigé de manière souveraine, transparente et équitable par nos Etats.

Ce fonds doit permettre de prendre en considération: les effets et leurs prix dans les pays en voix de développement ainsi que les besoins que ces effets engendrent, enregistrer et diriger le soutient fournit par les pays développés. De plus, ce fonds doit aussi gérer un mécanisme pour l’indemnisation des dommages, les conséquences passées et futures, pour la perte d’occasions et le renouvellement pour des évènements climatiques extrêmes et progressifs, et des indemnités supplémentaires qui pourraient tomber si notre planète dépasse les seuils écologiques tout comme ces effets qui freinent le droit à Vivre Bien.

Le « Sommet de Copenhague », imposé aux pays en voie de développement par certains Etats, en plus d’offrir des ressources insuffisantes, prétend dans son contenu diviser et confronter les peuples, déranger les peuples en voie de développement en conditionnant l’accès aux ressources d’adaptation en échange de mesures très palliatives. Il est établit comme inacceptable que dans les processus de négociation internationale, l’on essaye de catégoriser les pays en voie de développement selon leur vulnérabilité au changement climatique, créant des disputes, des inégalités et de la ségrégation parmi eux.

L’énorme défit auquel l’humanité fait face pour arrêter le réchauffement global et refroidir la planète sera atteint seulement en effectuant une transformation profonde dans le domaine de l’agriculture vers un modèle durable de production agricole paysanne  indigène, et d’autres modèles et pratiques ancestrales écologiques qui contribueraient à solutionner le problème du changement climatique et qui assurent la Souveraineté Alimentaire, comprise comme le droit des peuples à avoir le contrôle de leurs propres semences, terres, eau et la production d’aliments. Droit garantissant au travers d’une production, locale et culturellement appropriée, en harmonie avec la Terre Mère, l’accès des peuples a une alimentation suffisante, variée et nutritive en complément avec la Terre Mère améliorant ainsi la production autonome (participative, communautaire et partagée) de chaque nation et peuple.

Le changement climatique provoque déjà de profonds changements sur l’agriculture et sur les modes de vie des peuples autochtones/natifs et paysans du monde. Ces changements s’aggraveront dans le futur.

Au travers de son modèle social, le commerce agro-alimentaire, économique et culturel de production capitaliste globalisé et sa logique de production d’aliments pour le marché et non pour pallier au droit à l’alimentation, est une des causes  principales du changement climatique. Ses outils technologiques, commerciaux et politiques ne font qu’augmenter la crise climatique ainsi que la faim dans le monde. Pour cette raison, nous rejetons les Traités de Libre Echange, les Accords Associatifs et toute forme d’application des Droits de Propriété Intellectuelle sur la vie, les paquets technologiques actuels (agrochimiques, transgéniques) et ceux qui s’offrent comme des fausses solutions (agro combustibles, géo-ingénierie, nanotechnologie, technologie Terminator et similaires) qui ne feront qu’augmenter la crise actuelle.

En même temps, nous dénonçons la manière dont ce modèle capitaliste impose des gros projets d’infrastructure, envahissant des territoires avec des projets extractifs, privatise et marchande l’eau, militarise les territoires en expulsant les peuples autochtones et les paysans de leurs territoires, empêchant ainsi la Souveraineté Alimentaire et creusant  la crise socio- environnementale.

Nous exigeons de reconnaître le droit de tous les peuples, des êtres vivants et de la Terre Mère a avoir accès et à jouir de l’eau et nous soutenons la proposition du gouvernement de Bolivie pour reconnaître l’eau comme un Droit Humain Fondamental.

La définition de forêt utilisée dans les négociations de la Convention Cadre des Nations Unies sur le Changement Climatique, qui inclue les plantations, est inacceptable. Les monocultures ne sont pas des forêts. En conséquence, à des fins de négociation, nous exigeons une définition qui reconnaisse les forêts locales, la jungle et la diversité des écosystèmes de la terre.

La Déclaration de l’ONU sur les Droits des Peuples Autochtones doit être pleinement reconnue, appliquée et intégrée dans les négociations sur le changement climatique. La meilleure stratégie et action pour éviter la déforestation, la dégradation et protéger les forêts et la jungle est de reconnaître et de garantir les droits collectifs des terres et territoires en considérant tout particulièrement que la majeure partie des forêts et jungles sont sur les territoires de peuples et de nations autochtones, de communautés paysannes et traditionnelles.

Nous condamnons les mécanismes de marchés, tel que celui de REDD (Réduction des émissions pour la déforestation et la dégradation des forêts) ainsi que leurs versions développées + et ++ qui violent la souveraineté des Peuples et leur droit au libre consentement, préalable et au droit d’être informé, tout comme la souveraineté des Etats, ce qui violent les droits, les us et les coutumes des Peuples ainsi que les Droits de la Nature.

Les pays pollueurs sont contraints de transférer directement les ressources économiques et technologiques pour payer le reboisement et l’entretient des forêts et des jungles, en faveur des peuples et des organisations organiques ancestrales autochtones, natives et paysannes. Cela sera une compensation directe et additionnelle aux sources de financement pour lesquelles les pays développés se seront engagées, en dehors du marché du carbone et ne se substituant en aucun cas aux compensations de carbone (offsets).

Nous demandons aux pays d’empêcher les initiatives locales basées sur des mécanismes de marché dans les forêts et jungles. Ces initiatives ne fournissent que des résultats inexistants et contraignants.

Nous exigeons des gouvernements qu’ils fournissent un programme précis de reboisement des forêts originales et des jungles, que ce programme soit dirigé et géré par les peuples, en utilisant des semences d’arbres, de fruits et de flore autochtone. Les gouvernements doivent éliminer les exploitations forestières et encourager la conservation du pétrole sous la terre et que l’on arrête d’urgence l’extraction des hydrocarbures dans les forêts vierges.

Nous exigeons des Etats qu’ils reconnaissent, respectent et garantissent l’application effective des règles internationales des droits humains ainsi que les droits des Peuples Autochtones, en particulier la Déclaration des Nations Unies sur les Droits des Peuples Autochtones, la Convention 169 de l’OIT (BIT), entre autres instruments pertinents, dans le cadre des négociations, des politiques et des mesures pour résoudre les défis générés par le changement climatique. En particulier, nous demandons aux Etats qu’ils reconnaissent juridiquement la préexistence du droit sur nos territoires, nos terres et nos ressources naturelles pour favoriser et fortifier nos modes de vie traditionnels et contribuer de manière effective à la solution au changement climatique.

Nous demandons l’application pleine et positive du droit à la consultation, à la participation et le consentement préalable, libre et renseigné des Peuples Autochtones dans tout les processus de négociation tout comme la conception et l’application des mesures relatives au changement climatique.

Aujourd’hui, la dégradation environnementale et le changement climatique atteignent des nivaux critiques, étant l’une des principales conséquences de la migration interne et vers l’internationale. Selon certaines estimations, en 1995, il y avait environ 25 millions d’émigrants climatiques, aujourd’hui, on estime leur nombre à 50 millions et les estimations pour 2050 sont de 200 à 1 milliard de personnes qui seront exilées pour des raisons de changements climatiques. Les pays développés doivent assumer la responsabilité des migrants climatiques, en les accueillant sur leur territoire, en reconnaissant leurs droits  fondamentaux, par la signature des accords internationaux qui envisagent la définition de migrant climatique pour que tous les Etats observent leurs résolutions.

Constituer un Tribunal International de Conscience pour dénoncer, rendre visible, recenser, juger et sanctionner les violations des droits des migrants, réfugié(e)s dans les  pays, d’origine, de transit et de destination en identifiant clairement les responsabilités des Etats, compagnies et autres acteurs.

Le financement actuel destiné aux pays en développement pour le changement climatique et la proposition de l’Accord de Copenhague est minime. Les pays développés doivent s’engager à un nouveau financement annuel, supplémentaire à l’Aide Officielle au Développement et de source publique, d’au moins 6 % de leur PIB pour faire face au changement climatique dans les pays en développement. Ceci est possible si l’on considère qu’ils gaspillent un montant similaire en défense nationale et qu’ils ont dépensé 5 fois plus pour sauver des banques et des spéculateurs en faillite, ce qui remet sérieusement en question leurs priorités mondiales et leur volonté politique. Ce financement doit être direct, sans condition et ne pas affaiblir la souveraineté nationale ni l’autodétermination des communautés et des groupes les plus touchés.

En prévision de l’inefficacité du système actuel, il faudra établir un nouveau système de financement lors de la Conférence du Mexique. Il devrait fonctionner sous l’autorité de la Conférence des Etats Parties de la Convention Cadre des Nations Unies sur le Changement Climatique, rendra des comptes à la sus-nommée, avec une représentativité significative des pays en voie de développement pour garantir l’accomplissement des engagements de financement des pays mentionnés dans l’Annexe 1.

Il a été constaté que les pays développés ont augmenté leurs émissions durant la période 1990-2007, en plus d’avoir manifesté que la réduction serait substantiellement soutenue par des systèmes de marchés.

Le marché du carbone s’est transformé en un négoce lucratif, ramenant notre Mère- Terre à un niveau purement financier, ceci ne représente pas une alternative pour le changement climatique, du fait que cela pille, dévaste la terre, l’eau et la vie elle même.

La récente crise financière a prouvé que le marché est incapable de maîtriser le système financier, qui est fragile et incertain devant la spéculation et l’apparition d’agents intermédiaires. En conséquence, il serait totalement irresponsable de lui laisser le soin et la protection de l’existence humaine et de notre Terre Mère.

Nous considérons comme inadmissible que les négociations en cours nécessitent la création de nouveaux systèmes qui amplifient et font la promotion du marché du carbone a tel point que les systèmes existants n’ont jamais résolus le problème du Changement Climatique et qu’ils ne se soient pas, non plus, transformés en actions concrètes et directes pour la réduction des gaz à effet de serre.

Il est fondamental d’exiger l’accomplissement des engagements pris par les pays développés dans la Convention Cadre des Nations Unies sur le Changement Climatique en rapport au développement et au transfert de technologie, tout comme il est important de rejeter la « vitrine technologique » proposée par des pays développés qui ne font que commercialiser la technologie. Il est fondamental d’établir la direction pour la création d’un système multilatéral et multidisciplinaire pour le contrôle participatif, la gestion et l’évaluation continue de l’échange de technologies. Ces technologies doivent être utiles, propres et socialement adéquates. De la même manière, il est fondamental d’établir un fonds de financement avec un inventaire des technologies appropriées et libres de droits de propriétés intellectuelles, en particulier, de brevets qui doivent passer du monopole privé au domaine publique, d’accès libre et à un prix bas.

La connaissance est universelle, et ne peut en aucun cas être l’objet d’une propriété privée et d’une utilisation privatisée, de même que ses applications sous forme de technologies. C’est le devoir des pays développés de partager leur technologie avec les pays en voie de développement, de créer des centres de recherche pour la création de technologies et d’innovations propres. C’est aussi leur devoir de défendre et de stimuler leur développement et son application pour vivre bien.

Le monde doit retrouver, apprendre, réapprendre les principes et les objectifs de l’héritage ancestral de ses peuples natifs afin de retarder la destruction de la planète, tout comme les connaissances, les pratiques ancestrales, ainsi que retrouver la spiritualité par la réinsertion du Vivre Bien avec notre Terre Mère.

En prenant en compte le manque de volonté politique des pays développés pour s’acquitter efficacement de leurs engagements et de leurs obligations pris lors de la Convention Cadre des Nations Unies sur le Changement Climatique et durant la Protocole de Kyoto, et face à l’inexistence d’une instance juridique internationale qui pallie et sanctionne tout ces crimes et délits climatiques et environnementaux qui porte atteinte aux droits de la Terre Mère et à l’humanité, nous demandons la création d’un Tribunal International de Justice Climatique et Environnemental qui ait la capacité juridique inaliénable de parer, juger et sanctionner les Etats, les entreprises et les personnes qui par action ou omission, provoquent le changement climatique.

Soutenir les Etats qui présentent des plaintes devant la Cour Internationale de Justice contre les pays développés qui ne s’acquittent pas de leurs engagements pris lors de la Convention Cadre des Nations Unies sur le Changement Climatique et lors du Protocole de Kyoto en incluant leurs engagements de réduire les gaz à effet de serre.

Nous prions instamment les peuples de proposer et de promouvoir une réforme profonde de l’Organisation des Nations Unies (ONU), afin que tous ses Etats membres respectent les décisions du Tribunal International de Justice Climatique et Environnementale.

Le futur de l’humanité est en danger et nous ne pouvons pas accepter qu’un groupe de dirigeants des pays développés puissent décider pour tous les pays comme ils ont essayé de le faire lors du Sommet des Nations de Copenhague. Cette décision incombe à tous les peuples. Pour cela, la réalisation d’un Référendum Mondial, plébiscite ou consultation populaire, sur le thème du Changement Climatique, afin que nous soyons tous interrogés sur:

l  le niveau de réduction des émissions que doivent réaliser les pays développés et les multinationales

l  le financement que les pays développés doivent fournir

l  la mise en place d’un Tribunal International de Justice Climatique

l  la nécessité d’une Déclaration Universelle de Droits de la Terre Mère

l  la nécessité de changer l’actuel système capitaliste

Le processus du Référendum Mondial, plébiscite ou consultation populaire sera le fruit d’un processus de préparation qui assurera son développement avec succès.

Dans l’objectif de coordonner notre action internationale et de mettre en œuvre les résultats du présent « Accord des Peuples », nous appelons à la construction d’un Mouvement Mondial des Peuples de la Terre Mère qui se fondera sur les principes de complémentarité et de respect de la diversité d’origine et d’opinion de ses participants, constituant ainsi en une vaste plateforme démocratique de coordination et d’articulation d’actions au niveau mondial.

A cette fin, nous adoptons le plan d’action mondiale ci-joint pour qu’au Mexique, les pays développés de l’Annexe 1 respectent le cadre juridique en vigueur et qu’ils réduisent leurs émissions de gaz à effets de serre de 50 % et qu’ils assument les différentes propositions contenues dans cet Accord.

En conclusion, nous convenons de réaliser la 2ème Conférence Mondiale des Peuples sur le Changement Climatique et les Droits de la Terre Mère en 2011, comme constituante de ce processus de construction du Mouvement Mondial des Peuples pour la Terre Mère et afin de réagir face aux résultats de la Conférence sur  le Changement Climatique qui se déroulera à la fin de l’année à Cancún, au Mexique.

Cochabamba-Bolivie, le 22 avril 2010

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Erklärung der Weltkonferenz über den Klimawandel und die Rechte der Mutter Erde

22 April 2010 Cochabamba, Bolivia

Abkommen der Völker

Weltkonferenz der Völker über den Klimawandel und die Rechte der Mutter Erde

Wenn die globale Erwärmung über 2 Grad C ansteigt, wohin uns die sogenannte „Kopenhagener Vereinbarung“ führen würde, ist mit einer Wahrscheinlichkeit von 50% damit zu rechnen, dass die unserer Mutter Erde zugefügten Schäden für immer irreversibel sein werden. Zwischen 20% und 30% der Arten wären in Gefahr zu verschwinden. Große Waldflächen wären betroffen, die Dürren und Überschwemmungen würden viele Regionen des Planeten schädigen, die Wüsten würden sich ausdehnen, und das Abschmelzen der Pole und der Gletscher in den Anden und im Himalaja würde sich beschleunigen. Viele Inselstaaten würden verschwinden, und Afrika würde einen Temperaturanstieg um mehr als 3 Grad C erleben. Auch die Produktion von Nahrungsmitteln in der Welt würde sich verringern, was katastrophale Wirkungen für das Überleben der Bewohner weiter Regionen der Erde hätte, und die Zahl der Hungernden in der Welt, die bereits 1,02 Milliarden Menschen übersteigt, würde dramatisch zunehmen.

Die Unternehmen und die Regierungen der Länder, die die „entwickelten“ genannt werden, unter Beihilfe eines Teils der wissenschaftlichen Welt, bieten uns an, den Klimawandel als ein Problem zu diskutieren, das sich auf den Anstieg der Temperatur reduziert, ohne nach der Ursache zu fragen, die im kapitalistischen System besteht.

Wir stehen der Endkrise des patriarchalischen Zivilisationsmodells gegenüber, das sich auf die Unterwerfung und Zerstörung von Menschen und Natur stützt, ein Prozess, der sich mit der industriellen Revolution beschleunigte.

Das kapitalistische System hat uns eine Denkweise der Konkurrenz, des Fortschritts und des Wachstums ohne Grenzen aufgezwungen. Dieses Produktions- und Konsumregime strebt nach schrankenlosem Profit, es trennt den Menschen von der Natur und folgt einer Logik der Herrschaft über diese, es verwandelt alles in Ware: das Wasser, den Boden, die menschlichen Gene, die überlieferten Kulturen, die Biodiversität, die Gerechtigkeit, die Ethik, die Rechte der Völker, selbst den Tod und das Leben.

Im Kapitalismus wird die Mutter Erde nur zu einer Quelle von Rohstoffen und die Menschen zu Produktionswerkzeugen und Konsumenten, zu Personen, deren Wert danach bemessen wird, was sie haben, nicht was sie sind.

Der Kapitalismus braucht eine leistungsfähige Militärindustrie für seinen Akkumulationsprozess und die Kontrolle von Territorien und Naturressourcen, um den Widerstand der Völker zu unterdrücken. Es handelt sich um ein imperialistisches System der Kolonisierung des Planeten.

Die Menschheit befindet sich vor einer großen Entscheidungsfrage: den Wege des Kapitalismus, der Plünderung und des Todes fortzusetzen oder den Weg der Harmonie mit der Natur und der Achtung vor dem Leben einzuschlagen.

Wir müssen ein neues System herausbilden, das die Harmonie mit der Natur und zwischen den Menschen wiederherstellt. Gleichgewicht mit der Natur kann es nur geben, wenn es Gerechtigkeit zwischen den Menschen gibt.

Wir schlagen den Völkern der Welt die Rückgewinnung, Wiederaufwertung und Stärkung der überlieferten Kenntnisse, Weisheiten und Praktiken der indigenen Völker vor, die sich in der Lebensweise und dem Modell des „Vivir Bien“ (Gutes Leben) bestätigt finden, indem die Mutter Erde als ein lebendiges Wesen anerkannt wird, zu dem wir in einer unteilbaren, wechselseitigen, gegenseitig ergänzenden und spirituellen Beziehung stehen.

Um dem Klimawandel entgegenzutreten, müssen wir die Mutter Erde als Quelle des Lebens anerkennen und ein neues System herausbilden, das sich auf die Prinzipien gründet: 

  • Harmonie und Gleichgewicht unter allen und mit allem;
  • Komplementarität, Solidarität und Gleichheit;
  • Kollektives Wohlergehen und Befriedigung der Grundbedürfnisse aller in Harmonie mit der Mutter Erde;
  • Achtung der Rechte der Mutter Erde und der Menschenrechte;
  • Anerkennung des Menschen für das, was er ist, nicht für das, was er hat;
  • Beseitigung jeder Form von Kolonialismus, Imperialismus und Interventionismus;
  • Frieden zwischen den Völkern und mit der Mutter Erde.

Das Modell, für das wir eintreten, beinhaltet weder zerstörerische noch grenzenlose Entwicklung. Die Länder brauchen die Produktion von Gütern und Dienstleistungen, um die Grundbedürfnisse ihrer Bevölkerungen zu befriedigen, aber auf keine Weise können sie den Weg der Entwicklung fortsetzen, auf dem die reichsten Länder einen ökologischen Fußabdruck haben, der fünfmal größer ist, als der Planet tragen kann. In der Gegenwart ist die Fähigkeit des Planeten zur Regeneration bereits um 30% überschritten. Bei diesem Tempo der Überausbeutung unserer Mutter Erde brauchte man 2030 zwei Planeten.

In einem System der wechselseitigen Abhängigkeit, in dem wir Menschen eine der Komponenten sind, kann man nicht nur Rechte auf der Seite der Menschen anerkennen, ohne ein Ungleichgewicht des ganzen Systems hervorzurufen. Um die Menschenrechte zu garantieren und die Harmonie mit der Natur wiederherzustellen, muss man die Rechte der Mutter Erde anerkennen und zur Geltung bringen.

Deshalb schlagen wir die beigefügte Allgemeine Erklärung der Rechte der Mutter Erde vor, in der ihr zugesichert werden: 

  • das Recht auf Leben und Existenz;
  • das Recht, respektiert zu werden;
  • das Recht auf Fortsetzung ihrer Zyklen und Lebensprozesse frei von menschlichen Eingriffen;
  • das Recht auf Erhaltung ihrer Identität und Integrität als Gesamtheit unterschiedlicher, selbstregulierter und untereinander in Beziehung stehender Wesen;
  • das Recht auf Wasser als Lebensquelle;
  • das Recht auf saubere Luft;
  • das Recht auf integrale Gesundheit;
  • das Recht, frei von Kontamination und Verschmutzung, von giftigen und radioaktiven Abfällen zu sein:
  • das Recht, keine genetischen Veränderungen und Modifizierungen ihrer Struktur zu erleiden, die ihre Integrität oder ihre lebenswichtigen und gesunden Funktionen bedrohen;
  • das Recht auf volle und schnelle Wiederherstellung bei Verletzungen der in dieser Erklärung anerkannten Rechte, die durch menschliche Aktivitäten verursacht werden.

Die übereinsimmende Vorstellung ist, die Konzentration von Treibhausgasen zu stabilisieren, um den Artikel 2 der Rahmenübereinkunft der Vereinten Nationen über Klimaveränderungen zur Anwendung zu bringen, der „die Stabilisierung der Treibhausgaskonzentrationen in der Atmosphäre auf einem Niveau …, auf dem eine gefährliche anthropogene Störung des Klimasystems verhindert wird“, bestimmt. Unsere Vorstellung ist, auf der Basis des Prinzips der gemeinsamen, aber differenzierten historischen Verantwortung zu fordern, dass die entwickelten Länder sich zu quantifizierten Zielen der Reduzierung von Emissionen verpflichten, die es ermöglichen, die Konzentration von Treibhausgasen in der Atmosphäre auf 300 ppm zurückzuführen und so den globalen Temperaturanstieg auf maximal 1 Grad C zu begrenzen.

Wir unterstreichen die Dringlichkeit des Handelns, um dieses Zukunftsbild zu erreichen, und mit der Unterstützung der Völker, Bewegungen und Länder sollten die entwickelten Länder sich zu anspruchsvollen Zielen der Emissionsreduzierung verpflichten, die es ermöglichen, kurzfristig Ergebnisse zu erreichen; wir erhalten unsere Vision vom Gleichgewicht des Klimasystems der Erde aufrecht entsprechend dem obersten Ziel der Konvention.

Die „gemeinsame Sicht“ für die „langfristige Zusammenarbeit“ darf sich in der Verhandlung über den Klimawandels nicht darauf beschränken, die Grenze für den Temperaturanstieg und die Konzentration von Treibhausgasen in der Atmosphäre zu definieren, sondern muss in umfassender und ausgewogener Weise einen Komplex von finanziellen, technologischen, Anpassungs- und Kapazitätsentwicklungsmaßnahmen, von Produktions- und Konsummustern und anderen wesentlichen Maßnahmen umfassen, wie die Anerkennung der Rechte der Mutter Erde, um die Harmonie mit der Natur wiederherzustellen.

Die entwickelten Länder, die Hauptverursacher des Klimawandels, müssen in Anerkennung ihrer historischen und gegenwärtigen Verantwortung ihre Klimaschuld in allen ihren Dimensionen als Basis für eine gerechte, effektive und wissenschaftliche Lösung des Problems des Klimawandels anerkennen und einlösen. In diesem Rahmen fordern wir von den entwickelten Ländern, dass sie: 

  • für die Entwicklungsländer den Raum der Atmosphäre wiederherstellen, der durch ihre Treibhausgasemissionen belegt ist. Das bedeutet die Entkolonisierung der Atmosphäre durch die Reduzierung und Absorption ihrer Emissionen.
  • die Kosten und den erforderlichen Technologietransfers an die Entwicklungsländer für den Verlust von Entwicklungschancen wegen der Einschränkung des atmosphärischen Raumes übernehmen.
  • die Verantwortung übernehmen für die Hunderte Millionen von Menschen, die wegen des Klimawandels, den sie verursacht haben, migrieren müssen, und dass sie ihre restriktive Einwanderungspolitik aufgeben und den Migranten ein würdiges Leben mit allen Rechten in ihren Ländern anbieten.
  • die Kosten der Anpassungen übernehmen, die mit den Auswirkungen des Klimawandels in den Entwicklungsländern verbunden sind, indem sie die Mittel einplanen, um den Schäden vorzubeugen, sie zu minimieren und zu beheben, die aus ihren exzessiven Emissionen entstehen.
  • diese Schulden einlösen als Teil einer größeren Schuld gegenüber der Mutter Erde, indem sie die Allgemeine Erklärung der Rechte der Mutter Erde in den Vereinten Nationen annehmen und verwirklichen.

Der Ansatz darf nicht allein ökonomische Kompensierung sein, sondern hauptsächlich wiederherstellende Gerechtigkeit, das heißt die Wiederherstellung der Integrität der Personen und der Wesen, die eine Lebensgemeinschaft auf der Erde bilden.

Wir beklagen den Versuch einer Gruppe von Ländern, das Protokoll von Kyoto zu annullieren, das einzige legal bindende spezifische Instrument für die Reduzierung der Treibhausgase in den entwickelten Ländern.

Wir machen die Welt darauf aufmerksam, dass die Emissionen der entwickelten Länder zwischen 1990 und 2007, ungeachtet ihrer legal gültigen Verpflichung, statt zu sinken, um 11,2% gestiegen sind.

Die Vereinigten Staaten erhöhten auf Grund des schrankenlosen Konsums ihre Treibhausgasemissionen im Zeitraum 1990 bis 2007 um 16,8% und brachten im Durchschnitt pro Einwohner zwischen 20 und 30 Tonnen CO2 jährlich hervor, was mehr als neunmal den durchschnittlichen Emissionen für einen Bewohner der Dritten Welt entspricht und mehr als das 20fache der Emissionen eines Bewohners des subsaharischen Afrika darstellt. Wir weisen strikt die illegitime „Vereinbarung von Kopenhagen“ zurück, die es den entwickelten Ländern erlaubt, ungenügende Reduzierungen von Treibhausgas auf der Basis von freiwilligen und individuellen Verpflichtungen zu offerieren, die die Umweltintegrität der Mutter Erde verletzen und zu einer Temperaturerhöhung um 4 Grad C führen werden.

Die nächste Konferenz über den Klimawandel, die Ende des Jahres in Mexiko stattfinden wird, muss den Zusatz zum Kyoto-Protokoll annehmen, der für die zweite Periode von Verpflichtungen von 2013 bis 2017 vorgesehen ist; in dieser Periode sollen die entwickelten Länder sich verpflichten, signifikante Reduzierungen von mindestens 50% zum Basisjahr 1990 vorzunehmen, ohne Kohlenstoffmärkte und andere Ausweichsysteme einzubeziehen, die die tatsächliche Nichterfüllung der Reduzierung von Treibhausgasemissionen verschleiern.

Wir fordern, als erstes ein Ziel für die Gesamtheit der entwickelten Länder festzulegen, um dann die Einzelzuweisung für jedes entwickelte Land im Rahmen einer Abwägung der Kräfte unter ihnen vorzunehmen, sodass das System des Kyoto-Protokolls für die Reduzierung der Emissionen beibehalten wird.

Die Vereinigten Staaten von Amerika als einziges Annex-1-Land der Erde, das das Protokoll von Kyoto nicht ratifiziert hat, haben eine bedeutende Verantwortung vor den Völkern der Welt, sie sollten daher das Kyoto-Protokoll ratifizieren und sich verpflichten, die Ziele der Emissionsreduzierung zu respektieren und im Maßstab ihrer gesamten Wirtschaft zu erfüllen.

Die Völker haben die gleichen Rechte auf Schutz vor den Einwirkungen des Klimawandels, und wir weisen den Begriff Anpassung an den Klimawandel zurück, insofern darunter die Resignation angesichts der Wirkungen verstanden wird, die die Emissionen der entwickelten Länder über die Geschichte hin verursacht haben; diese sollten vielmehr ihren Lebens- und

Konsumstil dieser planetaren Notlage anpassen. Wir sehen uns gezwungen, den Wirkungen des Klimawandels entgegenzutreten, aber diese Anpassung muss als ein Prozess und nicht als eine Auflage betrachtet werden, außerdem als ein Instrument, das dazu dienen soll, diesen Einwirkungen zu widerstehen, indem gezeigt wird, dass es möglich ist, innerhalb eines anderen Lebensmodells in Harmonie zu leben.

Es ist erforderlich, einen Anpassungsfonds aufzubauen, einen Fonds, der ausschließlich dazu bestimmt ist, dem Klimawandel zu begegnen, als Teil eines Finanzmechanismus, der auf souveräne, transparente und ausgewogene Weise von unseren Staaten verwaltet und geleitet wird. Im Rahmen dieses Fonds soll bewertet werden: die Auswirkungen und ihre Kosten in Entwicklungsländern und die Erfordernisse, die sich aus diesen Auswirkungen ableiten, und die Unterstützung durch entwickelte Länder soll erfasst und ausgewertet werden. Dieser Fonds soll außerdem einen Mechanismus verwalten, der für den Ersatz von Schäden durch erfolgte und zukünftige Auswirkungen, durch Verlust von Chancen und für die Wiederherstellung nach extremen und bei allmählich wirkenden klimatischen Ereignissen dient sowie zusätzliche Kosten bestreitet, die sich ergeben können, wenn unser Planet die ökologischen Schwellen überschreitet, wie auch jene Auswirkungen, die das Recht auf Vivir Bien beeinträchtigen.

Die „Vereinbarung von Kopenhagen“, die den Entwicklungsländern durch einige Staaten aufgezwungen wurde, ist – außer dass sie einige unzureichende Ressourcen offeriert- darauf ausgerichtet, die Völker zu spalten und gegeneinander auszuspielen, und hat das Ziel, die Entwicklungsländer zu erpressen, indem sie den Zugang zu Ressourcen für die Anpassung an Minderungsmaßnahmen bindet. Zusätzlich erweist sich als inakzeptabel, dass in den internationalen Verhandlungsprozessen versucht wird, die Entwicklungsländer nach ihrer Verwundbarkeit für den Klimawandel in Kategorien zu fassen, so dass Streitigkeiten, Ungleichheiten und Absonderungen unter ihnen hervorgerufen werden.

Die immense Herausforderung, der wir als Menschheit gegenüberstehen, um die globale Erwärmung aufzuhalten und den Planeten abzukühlen, ist nur zu bewältigen, wenn es gelingt, eine tiefgreifende Umgestaltung in der Landwirtschaft hin zu einem Modell der nachhaltigen bäuerlichen und indigen/originären landwirtschaftlichen Produktion und anderen überlieferten ökologischen Modellen und Praktiken vorzunehmen, die zur Lösung des Problems des Klimawandels beitragen und die Ernährungssouveränität sichern. Diese wird verstanden als das Recht der Völker, ihre eigenes Saatgut, ihren Boden, das Wasser und die Produktion von Nahrungsmitteln unter Kontrolle zu haben und durch eine Produktion in Harmonie mit der Mutter Erde, die den lokalen und kulturellen Gegebenheiten angepasst ist, den Zugang der Völker zu ausreichenden, variierten und nahrhaften Nahrungsmitteln im Austausch mit der Mutter Erde zu garantieren sowie die Autonomie der (partizipativen, kommunitären und auf alle verteilten) Produktion jeder Nation und jedes Volkes zu vertiefen.

Der Klimawandel bringt bereits tiefe Einschnitte für die Landwirtschaft und die Lebensweise der indigenen und Urvölker und Bauern der ganzen Welt hervor, und die Einwirkungen werden sich in der Zukunft verschlimmern.

Das Agrobusiness mit seinem sozialen, ökonomischen und kulturellen Modell der globalisierten kapitalistischen Produktion und seiner Logik der Nahrungsmittelproduktion für den Markt, nicht für das Recht auf Ernährung, ist eine der Hauptursachen des Klimawandels. Seine technologischen, kommerziellen und politischen Instrumentarien vertiefen direkt die Klimakrise und verstärken den Hunger in der Welt. Deshalb lehnen wir die

Freihandelsverträge und Assoziierungsabkommen und jede Form der Anwendung der intellektuellen Eigentumsrechte über das Leben ab, ebenso die aktuellen technologischen Pakete (agrochemische und gentechnische Maßnahmen) und jene Technologien, die als Scheinlösungen angeboten werden (Agrotreibstoffe, Geoengineering, Nanotechnologie, Terminator-Technologie und ähnliche), denn sie verschärfen lediglich die gegenwärtige Krise.

Zugleich klagen wir an, wie dieses kapitalistische Modell Megaprojekte der Infrastrukturen durchsetzt, Regionen mit extraktiven Projekten überschwemmt, das Wasser privatisiert und vermarktet und die Territorien militarisiert, die indigenen und bäuerlichen Völker vertreibt und dadurch die Nahrungsmittelsouveränität hintertreibt und die soziale und Umweltkrise vertieft.

Wir fordern die Anerkennung des Rechts aller Völker, der Lebewesen und der Mutter Erde auf Zugang zu Wasser und seine Nutzung und unterstützen den Vorschlag der Regierung Boliviens, das Wasser als ein fundamentales Menschenrecht anzuerkennen.

Die Definition von Nutzwald in den Verhandlungen zur Rahmenübereinkunft der Vereinten Nationen über Klimaveränderungen, die Pflanzungen einschließt, ist inakzeptabel. Die Monokulturen sind keine Wälder. Deshalb fordern wir für Verhandlungszwecke eine Definition, die die natürlich gewachsenen Wälder und Urwälder und die Diversität der Ökosysteme der Erde anerkennt.

Die Erklärung der UNO über die Rechte der indigenen Völker muss voll anerkannt, umgesetzt und in die Verhandlungen über den Klimawandel integriert werden. Die beste Strategie und Handlungsweise, um die Entwaldung und die Waldschäden zu verhindern und die natürlichen Wälder und Urwälder zu schützen, besteht darin, die kollektiven Rechte an den Ländereien und Territorien anzuerkennen und zu garantieren, besonders in Anbetracht der Tatsache, dass die Mehrheit der Wälder und Urwälder sich in den Territorien indigener Völker und Nationen, bäuerlicher und traditioneller Gemeinden befinden.

Wir verurteilen die Marktmechanismen wie den Mechanismus REDD (Reduzierung von Emissionen aus Entwaldung und Schädigung der Wälder) und seine Varianten, der die Souveränität der Völker und ihr Recht auf freie, vorherige und informierte Einwilligung und die Souveränität der nationalen Staaten sowie die Rechte, Bräuche und Gewohnheiten der

Völker und die Rechte der Natur verletzt.

Die Länder, die für Kontaminationen verantwortlich sind, haben die Pflicht, auf direktem Wege die ökonomischen und technologischen Ressourcen zu überweisen, um die Wiederherstellung und Erhaltung der Wälder und Urwälder zu bezahlen, zugunsten der indigenen, originären und bäuerlichen Völker und ihrer überlieferten Organisationsstrukturen. Das wäre eine direkte Kompensation, zusätzlich zu den Finanzierungsquellen, die von den entwickelten Ländern zugesagt worden sind, außerhalb des Kohlenstoffhandels und keineswegs als Kompensationen von Kohlenstoff (carbon offsets). Wir fordern die Länder auf, die lokalen Projekte zu stoppen, die mit Marktmechanismen auf Wälder und Urwälder zugreifen und fälschlich und unter deren Bedingungen Ergebnisse versprechen. Wir fordern von den Regierungen ein weltweites Programm zur Wiederherstellung der natürlichen Wälder und Urwälder, das von den Völkern geleitet und verwaltet wird und durch das forstwirtschaftliches Saatgut, Obstbäume und Wildflora zur Verfügung gestellt werden. Die Regierungen müssen die Forstkonzessionen kündigen und dafür eintreten, dass das Erdöls im Boden bleibt, und dringend ist, dass die Förderung von Erdöl und Erdgas in den Urwäldern eingestellt wird.

Wir fordern von den Staaten, dass sie die wirksame Anwendung der internationalen Menschenrechtstandards und der Rechte der indigenen Völker anerkennen, achten und garantieren, besonders der Erklärung der Vereinten Nationen über die Rechte der indigenen Völker und der Konvention 169 der ILO, um nur zwei entsprechende Dokumente im Rahmen der Verhandlungen, Politiken und Maßnahmen zur Beantwortung der Herausforderungen zu nennen, die durch den Klimawandel auftreten. Im besonderen fordern wir die Staaten auf, die Präexistenz des Rechts über unsere Territorien, Ländereien und Naturressourcen juristisch anzuerkennen, um unsere traditionellen Lebensformen möglich zu machen und zu stärken und wirksam zur Antwort auf den Klimawandel beizutragen.

Wir fordern die volle und wirksame Anwendung des Rechts auf Konsultation, Beteiligung und vorherige Einwilligung sowie freie Information der indigenen Völker bei allen Verhandlungsprozessen wie auch bei der Planung und Durchführung der Maßnahmen, die auf den Klimawandel Bezug haben.

In der Gegenwart erreichen die Umweltschäden und der Klimawandel kritische Ausmaße, und eine der Hauptkonsequenzen ist die Binnen- und internationale Migration. Nach einigen Schätzungen existierten 1995 etwa 25 Millionen Klimamigranten, gegenwärtig schätzt man sie auf 50 Millionen, und die Voraussicht für das Jahr 2050 sind 200 bis 300 Millionen Menschen, die durch Situationen, die vom Klimawandel verursacht sind, aus ihrer Heimat vertrieben sein werden. Die entwickelten Länder müssen die Verantwortung für die Klimamigranten übernehmen, sie in ihren Ländern aufnehmen und ihnen die Grundrechte gewähren nach internationalen Verträgen, die die Definition des Klimamigranten einschließen, damit alle Staaten diese Bestimmungen befolgen.

Es ist ein Internationaler Gerichtshof des Gewissens zu konstituieren, um die Verletzungen der Rechte der Migranten, Flüchtlinge und Vertriebenen in den Ursprungs-, Transit- und Zielländern sichtbar zu machen, zu dokumentieren, zu verurteilen und zu bestrafen, wobei eindeutig die Verantwortung der Staaten, der Unternehmen und anderer Akteure zu benennen ist.

Die Finanzmittel, die gegenwärtig den Entwicklungsländern für den Klimawandel zugewiesen werden, und der Vorschlag in der Vereinbarung von Kopenhagen sind viel zu gering. Die entwickelten Länder müssen eine neue jährliche Finanzierung von mindestens 6% ihres BIP zusagen, zusätzlich zur Offiziellen Entwicklungshilfe und aus öffentlichen Quellen, um dem Klimawandel in den Entwicklungsländern entgegenzutreten. Das ist realisierbar, wenn man berücksichtigt, dass sie eine ähnliche Summe für ihre Verteidigungszwecke ausgeben und fünfmal mehr zur Rettung von Banken und Spekulanten vor dem Bankrott gewähren, was ernsthaft ihre internationalen Prioritäten und ihren politischen Willen in Frage stellt. Diese Finanzierung soll direkt, ohne Bedingungen und ohne Verletzung der nationalen Souveränität und der Selbstbestimmung der am meisten betroffenen Gemeinschaften und Gruppen erfolgen.

In Anbetracht der Unwirksamkeit des gegenwärtigen internationalen Instrumentariums muss auf der Konferenz in Mexiko ein neuer Finanzierungsmechanismus eingerichtet werden, der unter der Autorität der Konferenz der Teilnehmerstaaten an der Rahmenkonvention der Vereinten Nationen über den Klimawandel arbeitet und dieser gegenüber Rechenschaft ablegt, und zwar mit einer signifikanten Vertretung der Entwicklungsländer, um die Erfüllung der Finanzierungsverpflichtungen der Annex-1-Länder zu garantieren.

Man hat festgestellt, dass die entwickelten Länder ihre Emissionen im Zeitraum 1990-2007 erhöht haben, und das trotz ihrer Behauptung, die Reduzierung würde durch Marktmechanismen wesentlich unterstützt.

Der Kohlenstoffhandel hat sich in ein lukratives Geschäft verwandelt, er vermarktet unsere Mutter Erde. Er stellt keine Alternative dar, um dem Klimawandel zu begegnen, da er die Erde, das Wasser und sogar das Leben selbst ausplündert und verwüstet.

Die jüngste Finanzkrise hat gezeigt, dass der Markt unfähig ist, das Finanzsystem zu regulieren, dass es anfällig und unsicher ist angesichts der Spekulation und dem Auftreten von Vermittlern, deshalb wäre es völlig unverantwortlich, seinen Händen die Bewahrung und den Schutz der menschlichen Existenz selbst und unserer Mutter Erde zu überlassen.

Wir betrachten es als unzulässig, dass die laufenden Verhandlungen auf die Schaffung neuer Mechanismen abzielen, die den Kohlenstoffmarkt erweitern und fördern, während die vorhandenen Mechanismen das Problem des Klimawandels weder gelöst noch sich in reale und direkte Aktionen zur Reduzierung der Treibhausgase umgesetzt haben.

Es ist unerlässlich, die Erfüllung der durch die entwickelten Länder in der Rahmenkonvention der Vereinten Nationen über den Klimawandel übernommenen Verpflichtungen hinsichtlich der Entwicklung und Übertragung von Technologie zu fordern sowie den „technologischen Schaukasten“ abzulehnen, der von den entwickelten Ländern vorgeschlagen wird und nur der Kommerzialisierung der Technologie dient. Es ist von grundlegender Bedeutung, die Richtlinien für die Schaffung eines multilateralen und multidisziplinären Mechanismus für die partizipative Kontrolle, die Verwaltung und die kontinuierliche Bewertung des Technologieaustausches festzulegen. Diese Technologien müssen Nutzen bringen, sauber und sozial verträglich sein. Ebenso grundlegend ist die Einrichtung eines Fonds für die Finanzierung und Erfassung geeigneter Technologien, die von intellektuellen Eigentumsrechten befreit sein müssen, besonders vom Patentrecht, und von privaten Monopolen in die öffentliche Verfügung übergehen müssen, frei zugänglich und zu niedrigen Kosten. Das Wissen ist universal und darf unter keiner Begründung Objekt privaten Eigentums und ausschließender Nutzung sein, ebensowenig seine Anwendungen in Form von Technologien. Es ist Pflicht der entwickelten Länder, ihre Technologien den Entwicklungsländen zur Verfügung zu stellen, Forschungszentren für die Schaffung ihrer eigener Technologien und Innovationen zu schaffen wie auch ihre Entwicklung und Anwendung für das Vivir Bien zu schützen und zu fördern. Die Welt muss die Prinzipien und Ansätze des uralten Erbes ihrer Urvölker für die Abwendung der Zerstörung des Planeten zurückerobern, erlernen und wiederaufgreifen, ebenso das überlieferte Wissen und die Praktiken, die Spiritualität in der Wiedereingliederung in das Vivir Bien zusammen mit der Mutter Erde.

Angesichts des fehlenden politischen Willes der entwickelten Länder, in wirksamer Weise ihre Zusagen und Verpflichtungen zu erfüllen, die sie im Rahmenübereinkommen der Vereinten Nationen über den Klimawandel und im Kyoto-Protokoll übernommen haben, und angesichts der Nichtexistenz einer legalen internationalen Instanz, die Klima- und Umweltdelikten gegen die Rechte der Mutter Erde und die Menschheit vorbeugt und sie bestraft, fordern wir die Schaffung eines Internationalen Klima- und Umweltgerichtshofes, der die bindende juristische Kompetenz hat, Staaten, Unternehmen und Personen zu hindern, zu verurteilen und zu bestrafen, die durch Handeln oder Unterlassen Kontaminationen verursachen und den Klimawandel provozieren.

Es gilt die Staaten zu unterstützen, die Klagen vor dem Internationalen Gerichtshof gegen die entwickelten Länder einbringen, die ihre Verpflichtungen gemäß der Rahmenkonvention der Vereinten Nationen über den Klimawandel und dem Protokoll von Kyoto nicht erfüllen, einschließlich ihrer Pflichten zur Reduzierung von Treibhausgasen.

Wir rufen die Völker eindringlich auf, eine tiefgehende Reform der Organisation der Vereinten Nationen (UNO) vorzuschlagen und zu unterstützen, damit alle ihre Mitgliedsstaaten die Entscheidungen des internationalen Klima- und Umweltgerichtshofes erfüllen.

Die Zukunft der Menschheit ist in Gefahr, und wir können nicht akzeptieren, dass eine Gruppe von Regierenden entwickelter Länder für alle Länder entscheiden wollen, so wie sie es erfolglos auf der Konferenz der Teilnehmerstaaten in Kopenhagen versucht haben. Diese Entscheidung kommt uns, allen Völkern zu. Deshalb ist die Durchführung eines Weltreferendums, eines Plebiszits oder einer Volksbefragung über den Klimawandel notwendig, in dem die Meinungen eingeholt werden sollen über: das Niveau der Reduzierung von Emissionen, die die entwickelten Länder und die transnationalen Unternehmen vornehmen sollen; die Finanzmittel, die die entwickelten Länder zur Verfügung stellen sollen;

die Schaffung eines internationalen Klimagerichtshofes; die Notwendigkeit einer Allgemeinen Erklärung der Rechte der Mutter Erde; und die Notwendigkeit, das gegenwärtige kapitalistische System zu verändern. Die Durchführung des Weltreferendums, Plebiszits oder einer Volksbefragung wird Ergebnis eines Vorbereitungsprozesses sein, der die erfolgreiche Entwicklung desselben sichert.

Um unser internationales Auftreten zu koordinieren und die Zielstellungen dieses „Abkommens der Völker“ umzusetzen, rufen wir dazu auf, eine Weltbewegung der Völker für die Mutter Erde aufzubauen, die sich auf die Prinzipien der Komplementarität und der Achtung der Verschiedenartigkeit des Ursprungs und der Sichtweisen ihrer Mitglieder stützen soll und sich als ein weiter und demokratischer Raum der Koordinierung und Verbindung von Aktionen auf Weltebene konstituiert.

Mit diesem Vorsatz nehmen wir den beigefügten Weltaktionsplan an, auf dass in Mexiko die entwickelten Länder des Annex 1 den geltenden legalen Rahmen respektieren und ihre Treibhausgasemissionen um 50% reduzieren sowie die verschiedenen Vorschläge übernehmen, die in diesen Abkommen enthalten sind.

Abschließend kommen wir überein, die Zweite Weltkonferenz der Völker über den Klimawandel und die Rechte der Mutter Erde im Jahre 2011 durchzuführen, als Teil dieses Prozesses des Aufbaus der Weltbewegung der Völker für die Mutter Erde und als Reaktion auf die Ergebnisse der Konferenz zum Klimawandel, die Ende des Jahres in Cancún, Mexiko, stattfinden wird.

 22 April 2010 Cochabamba, Bolivia